miércoles, 30 de agosto de 2017

Mi primer viaje largo en moto, Formentera


Septiembre 1985


Nota: aunque ya hace mucho tiempo de este viaje he creído oportuno dejar escrita una pequeña narración del mismo antes de que desparezca en la nube del olvido por ser el primer viaje largo que hice en moto y por la singularidad del mismo.
Una lástima no tener fotografías para ilustrar la narración.


En el primer viaje a Ibiza hicimos la típica visita de un día a la isla de Formentera, con su correspondiente alquiler de bicicleta, la casi insolación y el palizón de pedalear con el propósito de llegar hasta la Mola.
Lo conseguimos y nos quedamos con ganas de mas.

En el segundo viaje a Ibiza le dedicamos mas días a la isla de Formentera, pocos, tres o cuatro, no recuerdo exactamente.
Nos desplazamos en el único autobús que había en la isla. Su conductor hablaba un Mallorquín tan autóctono que era casi imposible entenderlo, pero conseguimos llegar a nuestro destino.
Una pequeña, pero molesta, indigestión de mi pareja hizo que estos días no saliesen como teníamos previsto, si es que en los viajes se puede prever algo.
Pero aún así la isla nos iba impregnando de toda su magia.

Decidimos hacer un tercer viaje, pero esta vez iríamos las tres semanas a Formentera y nos llevaríamos la moto.
Una estupenda y fiable Bultaco Mercurio 175 GT.
Con un rabioso monocilíndrico de dos tiempos.
Y toda la tecnología actualizada de la época: frenos de tambor, arranque "a patada", cubrecadenas, llantas de radios.


( La foto la he tomado prestada de internet, pero es el mismo modelo y color que la que tenia )

Del trayecto y embarque hasta Ibiza no recuerdo nada, eso es señal de que no pasó nada relevante.
Entonces las embarcaciones que llevaban de Ibiza a Formentera eran de pescadores, preguntabas el precio, regateabas y llegabas a un acuerdo.
Encontramos una que nos quiso llevar la moto, pero, y como la subiríamos a la barca...?
Aparecieron unos rudos y robustos pescadores que la cogieron a pulso y la metieron en la barca, luego la apoyaron en las redes para que llegase entera y emprendimos la marcha.
Era una embarcación relativamente grande, iríamos unas 5 o 10 personas, de pie o sentados en el suelo.
Agarrados como podíamos porque tuvimos mala mar y aquello se movía mucho.
Pero te entretenías jugando a ver quien en esos vaivenes tocaba el mar.
O refrescándote con las salpicaduras de la olas.
Nadie se mareó
Era una embarcación de las que huelen a mar, pescado, gasóil,...... con ese ronroneo continuo del motor.
Durante el trayecto una lancha nos hacia señales. El patrón se acercó a ver que ocurría. Tenían una avería y decidieron remolcarles hasta la isla.
El trayecto se hizo corto.
Llegamos a puerto y los mismos rudos y robustos pescadores consiguieron subir la moto a tierra.
Ahora tocaba buscar alojamiento.
Encontramos un hostal que tenia bar en San Francisco Javier.
La moto la dejamos en la puerta.

Después de asearnos y descansar fuimos a comer al mismo bar del hostal.
En septiembre suele haber poco turismo y en seguida entablamos conversación con el camarero.
Un madrileño que tenia problemas en su vida en Madrid y se había venido a Formentera a trabajar en el negocio de su tío para intentar reconducir su vida.
Al poco apareció una amiga suya, Milagros de nombre, también de Madrid, que cansada de la vida de la capital se había instalado en la isla. Rápidamente se unió a la conversación.
Entre caña y caña nos pregunta, "teneis planes para mañana.....?"
-Acabamos de llegar a la isla y no tenemos ningún plan establecido, venimos a conocer la isla.
-Pues unos cuantos amigos hacemos una paella en el monte, os apuntais....?
Cara de sorpresa, pero quien iba a rechazar una invitación así. "Vale, nos apuntamos, hay que llevar algo...?"
-No teneis que traer nada, llevamos de todo. Mañana os paso a buscar.

Como quedaban unas cuantas horas de sol (el alumbrado de la moto no era una de sus mayores virtudes), decidimos dar un vuelta por la isla, cenamos cualquier cosa por ahí y a dormir.

Al día siguiente mientras desayunábamos apareció Milagros.
-Estais listos...?
-Cogemos los cascos y os seguimos.
Conocedores de la isla, nos metieron por pistas difíciles de recordar.
Hacer el fuego para la paella y las cervezas y el buen ambiente hicieron el resto.
Ya con el estomago lleno y algún que otro chupito de mas, Milagros vuelve a sorprendernos.
-Sabeis que he pensado esta noche..? Ahora vamos al hotel, recogeis vuestras cosas, nos vamos a mi casa y os quedais allí, yo me iré a casa de unos amigos así estareis mas cómodos.

Pensábamos que habíamos tomado mas chupitos de la cuenta, pero no, su ofrecimiento era real.
Fuimos al hotel a recoger las cosas, les fuimos siguiendo dirección al cabo de Barbaria y tomamos una pista que nos llevó a una humilde casa de pescadores.
Ella tenia alquilada una parte, con entrada independiente.
Habitación-comedor y una pequeña cocina.
Baño: el monte.
Un bombilla alimentada por una pequeña placa solar.
Agua de pozo a pocos metros de la casa.
Pozo que compartía con otra casa cercana y sus habitantes nos comentaron que donde tenían "su baño" les habían crecido tomateras que les daban unos tomates riquísimos.
Los dueños de la humilde casa, unos pescadores, el padre rondaba los 90 años y su hijo rondaría los 65.
Eran noches inolvidables sentados en sencillos taburetes en la puerta viendo las estrellas, alejados de cualquier signo de vida y charlando con ellos.
Recuerdo un comentario de Milagros: " mi padre con sus tres carreras y todo su dinero, no me ha sabido dar respuestas que esta persona casi analfabeta de 90 años si ha sabido"
Milagros recogió las cosas que necesitaba y se marchó con sus amigos.
Una sencilla casa decorada con gusto exquisito.

Los días iban pasando lenta y plácidamente.
Disfrutando de la isla, del sol, del calor.
Descubrimos una pequeña cala de roca que estaba cubierta de algas secas y eso hacia un colchón donde poder tumbarse tranquilamente.
Cala con aguas transparentes.
Con las gafas de buceo se pasaban las horas sin darte cuenta.
A los pocos días otra pareja también descubrió la misma cala y la compartíamos entre los 4.
También catalanes como nosotros.
Nada mas llegar se embadurnaban completamente el cuerpo en su totalidad de la tierra que había en el lugar y se secaban al sol.
Nos explicaron que era arcilla y que iba bien para la piel.
El bañador en la isla, era algo puramente circunstancial.

Un día Milagros, que sabia que íbamos a esa cala, vino a buscarnos y fuimos a comer a un restaurante de unos amigos suyos.
Un restaurante donde los pescadores llevaban la pesca del día y del pescado que no ponían en el menú por no ser atractivo a la vista, comían los pescadores y los dueños del local.
Fuimos invitados.
Ya casi eramos parte de la isla o al menos así nos trataban.
Al intentar pagar e invitar a Milagros, nos dijeron que eso era una comida de amigos y ahí no había que pagar nada.

Esos días que nos cruzábamos con Milagros, como ella no tenia medio de transporte, nos la llevábamos en la moto.
Yo encima del depósito, mi pareja en medio y ella en el final del asiento.
Así incluso llegamos a meternos por pistas.
Había un solo guardia urbano y era muy permisivo

Seguíamos disfrutando de los días, del sol, del calor, del placer de no hacer nada y dejar pasar las horas disfrutándolas a cada minuto con la brisa del viento en la cara, el sonido de la chicharra, el espectáculo en movimiento del mar, la luna, la oscuridad, el silencio, la compañía de seres desconocidos pero muy cercanos, una simple charla, una mirada cómplice, aprendiendo de la sabiduría de la vejez, las leyendas del mar contadas en primera persona,.....

Recorriendo la isla paramos en una terraza a la orilla del mar para ver atardecer.
Estábamos solos en la terraza.
Al rato vemos que el camarero se sienta cerca de nosotros con un plato de fruta y lechuga.
Nos dice que cojamos un poco y señalándonos al suelo nos comenta : "lo que mas les gusta es la lechuga, pero la fruta también se la comen". Era curioso dar de comer a las lagartijas. Y te miraban para que les dieses mas.
Entre mordisco y mordisco de las lagartijas el sol se iba poniendo.

Para solucionar el tema de las duchas ya que en la casa no había agua corriente, descubrimos que si te lavas en el mar y te secas con la toalla, prácticamente no te queda sal en el cuerpo y coges un tono de piel."muy marinero". 
Solo utilizábamos el agua del pozo en contadas ocasiones ya que los habitantes de la otra casa que compartía el mismo pozo nos avisaron que era fácil quedarse sin agua si abusábamos de ella.

Otro día que compartimos con Milagros acabamos en una fiesta nocturna hippie donde conocimos a un autentico personaje que nos aseguraba que desde el cabo Barbaria se divisaban ovnis. 
El pensaba que allí tenían una base y los veía salir y entrar de la base que estaba dentro del mar.
Las noches estrelladas de la isla, con las cervezas y "ese olor" tan particular daban pie a todo tipo de imaginación, aunque quien sabe si era verdad.....

Seguían pasando los días, no sabíamos ni el día del mes, ni de la semana y aún menos la hora que era, recorriendo con la moto todos los rincones de la isla, visitando el mercado hippie de La Mola donde había un árbol repleto de gatos, artesanos, paseos sin destino, ....

Entonces trabajaba de mensajero y me llevé el baúl blanco de Mensajeros Radio, la moto era fácil de reconocer.
Mas de una vez nos decían, he visto tu moto y venia a saludaros y como mandan los mas altos estamentos de la educación estos saludos acababan con un par de cervezas.

A veces he pensado en volver a Formentera, pero de momento prefiero quedarme con el recuerdo de aquel viaje.
Entonces estaban luchando para que no construyeran el puerto deportivo.
Ahora creo que las cosas han cambiado mucho.
Lo único que recuerdo del viaje de vuelta es el enorme bullicio y ruido que parecía invadir el ambiente al llegar a Ibiza para coger el barco de vuelta a Barcelona.
Un viaje de esos que no se olvidan










domingo, 20 de agosto de 2017

Parque natural del alto Languedoc


Agosto 2017
( si clickais encima de las fotos se amplían solas )

Esta vez íbamos a visitar el parque natural del alto Languedoc.
Una visita que hace tiempo que quería hacer.
Quedamos temprano en Barcelona para aprovechar el día y ponemos rumbo al próximo destino, Toses, donde almorzaríamos.
Una vez repuestas la fuerzas seguimos ruta.
Puigcerdá, parada para repostar.
Atravesando el Capcir nos aparece la niebla, el frío y algo de lluvia.
Ademas la carretera estaba en obras.
El fin de semana empieza divertido.
En Barcelona nos estábamos asando de calor y aquí casi tengo que poner los puños calefactables.
Por suerte al ir acercándonos a Carcassonne apareció el sol y pudimos entrar en calor.


Pequeña parada para estirar las piernas y comentar lo que habíamos vivido.


Seguimos ruta y ya entramos en el parque.
Con una temperatura idónea par ir en moto.
Un sitio que atrapa.
Todo lo que íbamos viendo nos sorprendía.
Aquí paramos para comer.
No recuerdo el nombre del pueblo.


Luego fuimos a tomar un "cafe ou lait" al bar del pueblo.
Estas son las vistas desde el bar.


Parada para hacer fotos.


Y este era el tipo de carreteras por las íbamos circulando.
A ritmo tranquilo para ir disfrutando del entorno.
El asfalto en general está en buen estado, aunque hay algún tramo no en tan buen estado, pero nada preocupante.


Seguimos ruta y nos encontramos con esto.


Parada para la foto de rigor.


Veo estas escaleras y siguiéndolas....


Me encuentro con este mirador.


Impresionantes vistas.


Y aquí detalle de lo estamos viendo.





Y fotos por donde mirases.


Un lugar frecuentado también por los compañeros autóctonos.


Jugando con las perspectivas.


Un lugar singular.


Y algo habitual en el país vecino, una mesa de pic-nic en el lugar mas insospechado.


Seguimos ruta y el día va acabando sin darnos cuenta.
Decidimos ir a buscar un camping.
Para no perder la costumbre, me pierdo y al final acabamos preguntando a una pareja de ingleses que iban con su moto.
Nos indican donde podemos encontrar campings.
El primero que vemos no nos gusta demasiado y seguimos buscando.
Y encontramos este.
Un camping anclado en el pasado.
El edifico que se ve es la recepción.
Y los precios también son del pasado.
Moto, tienda y persona 11.22 € (lo de los 22 céntimos me hizo mucha gracia)


Detalles de utensilios antiguos por todos lados.


Este es uno de los edificios de los servicios.


Y mas detalles clásicos.


Aunque también tenía un toque de modernidad con esta estupenda piscina.
Lástima que llegásemos tarde y no pudiésemos disfrutar de un buen baño.
A la que se empezó a ir el sol, empezó a aparecer el fresco.


Ademas antes teníamos que montar el campamento.
O el " hotel mil estrellas " como lo llaman los autocaravanistas.
Campamento montado.


Viendo esto lo primero que me vino a la cabeza fue los enormes banquetes que se pegaban Asterix y sus amigos.


A saber que puede imaginar un niño dentro de esta cabaña......


Al lado nuestro había acampado un compañero holandés, con su Superteneré


El juego del sol en las hojas.


Y la bandera del campamento ya esta instalada.


Hora de cenar.
Esas maletas de la Explorer que sirven para todo.


Luego un paseo para disfrutar del entorno.


Una maravilla ir haciendo fotos aquí y allá.


En compañía del  "silencio del bosque"


Ese bosque que da mucho pie a la imaginación.


La carretera de acceso al camping vista desde un lado.


Y vista desde el otro lado.


Si durante todo el día habíamos disfrutado de ir en moto, ahora estábamos disfrutando de la fotografía.


Rincones por todos lados.
Toca irse a dormir.
Bien tapados que hacia fresco.


Amanece.
Recogemos el campamento y preparados a seguir ruta.


Este es el pueblo donde esta el camping.
La Salvetat-sur-Agout.
http://www.salvetat-tourisme.fr/
Un bonito pueblo con gasolinera que puedes pagar en efectivo abierta el domingo por la mañana, supermercado, bares....



Seguimos ruta y nos encontramos con este mirador.


Desde donde se divisa el mar.


Y ya para casa.
Pensábamos que con un fin de semana seria suficiente para reconocer el parque natural, pero nos encontramos que hay muchas cosas por ver.
Muchas cosas se quedaron en el tintero.
La próxima visita será de varios días.
Desde Barcelona unos 800 km.
Nos vemos en la próxima.